En un momento en que cada vez más mujeres rompen las reglas de una sociedad patriarcal inamovible, en que las mentes parecen por fin despertar y los estilos de vida florecen en un eclecticismo reivindicado, la condición de madre podría por fin escapar al esquema único y reductor al que ha estado confinada durante mucho tiempo. Si hay mil maneras de ser madre, el camino del amor es ahora la única guía hacia su propia verdad...
Ya se trate de una vocación innata o de un acto de amor sin sentido, convertirse en madre, por desalentador que sea, ha dejado de ser el coto reservado a una categoría de mujeres establecidas. En sus inicios, pero liderada por una generación decidida, la sociedad está derribando las fronteras de género y otros estereotipos para favorecer el advenimiento de una nueva madre en la que todos puedan verse reflejados.
Libertad de elección de los padres
Madre biológica, adoptiva, natural o asistida médicamente, suegra, esposa o madre soltera... las terminologías son numerosas pero no bastan para describir la infinita diversidad de la situación de cada persona.
Sin embargo, aunque pueden adoptar formas cada vez menos controvertidas, la familia y la paternidad siguen siendo objeto de mucha atención. Especialmente sometidas al juicio de los demás, las madres son escrutadas y juzgadas desde las primeras semanas de embarazo. Convertirse en madre no es una obligación, pero implica inevitablemente tomar decisiones. El mejor alimento para el bebé en el útero, la cuestión de si darle el pecho o el biberón, la opción del colecho o de la cuna en solitario, la solución del orinal o la preparación de purés caseros: los juicios más o menos benévolos sobre el supuesto bien del niño están muy bien, llegando incluso a cuestionar a la propia madre cuando sus elecciones se juzgan, a menudo de forma muy subjetiva, como incoherentes.
Si Élhée milita por el reconocimiento de una familia contemporánea, moderna y liberada, es sobre todo para preservar el libre albedrío de los padres, y de las madres en particular. Libre de clichés, este protagonismo sólo puede guiarse por los sentimientos instintivos, primarios y elementales que unen indiscutiblemente a un niño con su madre.